*Nota publicada en la revista Inconsciente Colectivo N° 14 (Abril 2014)
La
aplicación de un nuevo “golpe suave” en Ucrania pone de manifiesto la disputa
geopolítica que las potencias mundiales libran en torno a este país, ubicado
entre medio de dos gigantes: La Unión Europea y Rusia. La intromisión de los
Estados Unidos en este conflicto reaviva los fantasmas de la Guerra Fría y abre
un nuevo capítulo en las acciones desestabilizadoras con fines económicos y
políticos a lo largo y ancho del mundo.
Mientras en Venezuela
se sucedían los intentos golpistas por parte de los sectores de derecha y en
contra de la democracia, en la otra punta del globo las masivas protestas que
se realizaban en las calles de Ucrania ofrecían una similitud asombrosa. Contextos
y realidades diferentes, pero intereses en disputa que son similares y que nos
deben interesar ¿Cuáles son las claves para entender este conflicto?
En primer
lugar entender el origen de las protestas es clave y esto tiene su génesis en
la suspensión de un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Ucrania.
La decisión del presidente ucraniano Viktor Yanukovich de anular el acuerdo y,
en contraposición, cerrar un acercamiento a Rusia generó descontentos en una
sociedad que adhirió a un discurso pro europeo en el que este tratado (similar
al ALCA) fue presentado como la posibilidad de modernización de la economía
ucraniana. Es necesario destacar que las condiciones para formar parte de esta
apertura hacia Europa ofrece sus costos: Una sustitución de los sistemas
legislativo y judicial vigentes, integrarse a una economía de mercado (léase
modelo neoliberal), una adecuación a los estándares europeos que van desde los
enchufes eléctricos hasta las vías de los ferrocarriles, entre miles de
readaptaciones más. Los fondos para financiar este proceso serían otorgados por
el Fondo Monetario Internacional (FMI), unos 160 mil millones de Euros, lo que
significaría, como la experiencia en países latinoamericanos lo demuestra, una
injerencia en la economía de Ucrania que parte desde el achicamiento del
Estado, recortes de jubilaciones y salarios, además de aumentos en las tarifas
de gas, recurso básico e indispensable en esta zona. El interés de los EE.UU. en la firma de este
acuerdo implica la posibilidad de que Ucrania forme parte de la OTAN (Organización
del Tratado del Atlántico Norte) y, en consecuencia, se permita la instalación
de bases militares en un territorio que geográficamente se encuentra entre
medio de Rusia y Europa occidental.
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Hoy el
centro de principal tensión es la península de Crimea, al sudeste de
Ucrania, un lugar en donde Rusia decidió
intervenir y en donde sus ciudadanos decidirán a través de un referendo el 16
de marzo si se escinden del territorio ucraniano y se anexan al territorio de
la Federación Rusa. Esta región tiene un gran valor estratégico, ya que por
ella se realiza el comercio a través del mar negro y por su extensión pasan los
ductos que transportan petróleo y gas de oriente a occidente.
El
presidente de los EE.UU., Barack Obama, anunció un plan militar y sanciones
económicas en caso que esta situación prospere y mientas Rusia, de la mano de su
presidente Vladimir Putin, siga interviniendo la península. La posibilidad de
un conflicto directo entre occidente, Ucrania y Rusia comienza a tomar formas
peligrosas.
Esta grave
situación en la que se encuentra Ucrania despierta una histórica tensión entre
intereses geopolíticos y permite comprender cómo las ambiciones de determinados
sectores intentan imponerse por sobre la soberanía de los territorios.
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