martes, 14 de agosto de 2012

Periodismo, hegemonía y sentido

El análisis de los medios de comunicación hoy en el ámbito nacional puede reducirse en dos palabras: batalla cultural. La lucha por el sentido es hoy el combate a la hegemonía que denotan algunos grupos económicos y mediáticos en el campo de la cultura y la comunicación.
Esta lucha de ideas nos lleva a pensar el nuevo rol del periodista en un contexto donde entran en juego dos tensiones que marcan todo el recorrido de esta profesión, es decir, los conflictos éticos que supone la búsqueda de relatar la realidad a la hora de transmitir un mensaje a través de un medio que presiona desde sus intereses corporativos, económicos y políticos, no siempre compartidos por el periodista.
Estamos dentro de un panorama inédito para la comunicación en el país, con una ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que da sus primeros pasos (no todos), lo que abre la posibilidad de la apertura de distintas miradas, abrir el juego en un sistema mediático que se regía hasta el momento por una ley sancionada durante la última dictadura militar, como sabemos para nada a favor de la pluralidad de voces.
El objetivo de la nueva mirada sobre los medios parece ser claro: un cambio en el paradigma comunicacional, donde los media jueguen un papel al servicio de la sociedad, más allá de sus intereses particulares como empresas privadas y la amplitud de voces frente a los actuales sistemas monopólicos.
Para ver en la cotidianidad esto no hace falta más que abrir los diarios cada día y leer algunos titulares.
Los ataques mediáticos a las instituciones son sistemáticos, lo que se traduce en la lógica de que pase lo que pase en la agenda política, si algo es negativo es culpa del gobierno nacional, es más, la mayoría de las veces ni siquiera se detienen en diferenciar Estado y gobierno. Esta negatividad en todos los aspectos parece más un ataque de desesperación que ya no sorprende a nadie y no un análisis periodístico. Sólo se busca la crítica sin mayores argumentos.
Nos bombardean con eternas especulaciones sobre la suba del dólar, la "imposibilidad" de comprarlos, sobre el aumento de la tarifa de los colectivos por la implementación del sistema SUBE y el rechazo de todo tipo a las leyes presentadas y propuestas por la bancada oficialista, como la reforma de la carta orgánica del Banco Central y la unificación del Código Civil con el Comercial.
En lugar de explicar los avances que generarían estas reformas, los titulares siempre resaltan que serían perjudiciales en algún sentido. Ni hablar de las posiciones vergonzosas que se reprodujeron en algunas columnas de opinión a cargo de los principales voceros del establishment, Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona (si, ¡aún sigue escribiendo!) y otros personajes que ante el reclamo nacional sobre las Islas Malvinas, que no es asunto de un gobierno sino una política de Estado, tomaron posiciones a favor de la causa inglesa subiéndose al tren de la tergiversación de el principio de autodeterminación de los pueblos, sosteniendo así el colonialismo en pleno siglo XXI y resaltando la supuesta "agresividad discursiva" del gobierno nacional, mientras los ingleses reforzaban la militarización de las islas.
Estos discursos ya los conocemos y es casi innecesario reproducirlos. Debemos ser cuidadosos al considerar opiniones sin fundamentos, que sólo tienen intenciones de manipular la opinión pública. Sus capacidades argumentativas son tan inestables como un castillo de naipes y se terminan derribando como tales, ante la más mínima brisa.
Es por todo esto que como periodistas reconozcamos la importancia de no reproducir desde nuestro lugar la visión que se plantea desde los grandes grupos mediáticos. Esto no excluye la mirada crítica de los asuntos que hoy atañen a la sociedad argentina, pero es necesario que empecemos a crear contenidos nuevos, con nuevos sentidos que se parezcan más a los valores de nuestra sociedad, con la responsabilidad de contar la realidad desde un lugar comprometido, con ética profesional y con el deber social.
Volver a creer en la política como herramienta de cambio social y en el periodismo como posibilidad de contar nuestra verdad, con convicciones y valores éticos es el núcleo de esta batalla cultural de la que no somos ajenos.

Es lo que intentamos, a fin de cuentas, de hacer desde nuestro espacio. Desde este Inconsciente Colectivo.







*Nota publicada en la revista universitaria Inconsciente Colectivo, nº 1, mayo del 2012.

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