martes, 6 de agosto de 2013

Sobre Francisco: Símbolos y realidades


La elección de un Papa latinoamericano por primera vez en la historia del Vaticano abre el análisis sobre los desafíos que afronta la institución católica. Su rol político en el pasado y en la actualidad y su relación con los gobiernos progresistas en la región, claves para analizar este momento.
Una semana después del fallecimiento del líder bolivariano Hugo Chávez, desde el suntuoso Estado del Vaticano se dio a conocer la elección del sucesor de Benedicto XVI al frente de la Iglesia Católica Apostólica Romana, se trataba del primer Papa latinoamericano, Jorge Mario Bergoglio, desde ese momento más conocido como “Francisco”.
Su designación sorprendió a propios y extraños. Por un lado se despertó un clima de exitismo casi mundialista pregonado desde diversos medios argentinos, quienes hacían hincapié en resaltar lo histórico del nombramiento. Por otro lado volvieron  a sobrevolar las acusaciones y testimonios que comprometen a la figura del ex provincial de la Compañía de Jesús durante la última dictadura militar. Hablamos de las desapariciones de dos curas jesuitas que dependían directamente  de Bergoglio, Orlando Yorio y Francisco Jalics.
Estas repercusiones, los sentidos que entran en juego, la situación de la Iglesia Católica  a nivel mundial y el contexto económico, político y social que vive Sudamérica son objetos de análisis a la hora de entender las posibles acciones que deberá asumir la nueva máxima autoridad católica.
En principio la Iglesia afronta una profunda crisis en distintos aspectos: los casos permanentes y la complicidad en torno a los casos de abusos sexuales por parte de curas en todo el mundo, una pérdida constante de fieles a raíz de una extrema ortodoxia y las irregularidades financieras del Estado Vaticano se presentan como desafíos impostergables para la nueva conducción. Esto en parte explica el porqué de la decisión de un Papa sudamericano y con las características de Bergoglio, hoy presentado por diversos sectores nacionales como un “Papa peronista” o un “cura villero”, cuando estos atributos calzan mejor con la figura de un padre Carlos Mugica, quien sí integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y adhirió al peronismo revolucionario. Lugares que desconoció Bergoglio, más ligado en su juventud a la derecha peronista (la llamada “Guardia de Hierro”) y a las jerarquías eclesiásticas que a la opción por los pobres.
Entre sus primeras palabras “Francisco” pregonó por una “Iglesia pobre y para los pobres”, pero en ningún momento hizo hincapié en el sistema económico que genera las desigualdades sociales ni promovió una organización social para modificar esta situación. Es conocida su mirada crítica hacia los avances sociales que logró el kirchnerismo en estos últimos diez años y, por ende, a los procesos que se desarrollan en los distintos gobiernos progresistas de Latinoamérica. Es todavía una incógnita qué rol político asumirá y que relaciones entablará con los gobiernos sudamericanos de Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay, Venezuela y nuestro país. Los últimos dos Papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI, han tomado roles políticos activos en sus regiones de origen: Karol Wojtyla “empujando” la caída inevitable del comunismo en Polonia y luego Joseph Ratzinger en un contexto de consolidación de las imposiciones alemanas al frente de la comunidad europea y en detrimento de los países asociados.
Históricamente las jerarquías eclesiásticas han atentado contra los procesos de liberación en Latinoamérica, como también han sido cómplices de las más crueles dictaduras cívico-militares en toda la región, sin ningún tipo de autocrítica al respecto. Hoy los graves problemas de corrupción en el seno de la Iglesia y, en contraparte, la consolidación de los gobiernos populares sudamericanos hacen que sea improbable una influencia concreta y eficaz en contra de estos procesos.
A pesar de todos estos análisis, es claro que desde lo simbólico el Vaticano apela a que la figura de Bergoglio y lo que representa para el mundo su inesperada elección demuestren signos de que se avecinan nuevos tiempos en la conducción de la religión que tiene al 40% de la totalidad de sus fieles en nuestro continente. Nada es casual.




*Nota publicada en la revista universitaria Inconsciente Colectivo, nº 9, marzo/abril del 2013.

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